Uno de mis caminos en mi cambio personal es poder estar en un estado de presencia, poder separar mis pensamientos de lo que estoy haciendo. Estar en el momento presente, sin pasado, sin futuro.
Y digo camino y no objetivo porque quiero verlo así, como un camino que voy andando y en el que me van a ir apareciendo nuevos aprendizajes.
Y sí, ya sé que mantenerse en estado de presencia la mayor parte del día es muy difícil, pero es algo importante para mí y que ya estoy haciendo, estoy en el camino y en el camino me van apareciendo mis propias dificultades.
La dificultad con la que me he encontrado es que es más difícil de lo que parece parar nuestra mente. Hay un momento que tengo idealizado, ese con el que sueñas, que es sentarme en el sofá a leer, sobre todo libros inspiradores, de crecimiento personal y profesional, que me aporten valor. Puede parecer una tontería, pero para mí hacer esto es muy importante y conecta con mis valores.
Así que me creo el espacio para ello, me lo permito y cuando estoy leyendo mi mente empieza a pensar por su cuenta y me va lanzando continuamente mensajes como, “deberías leer más”, “tienes otros libros que leer”, “tienes que acabar este y leer otros”, “no has escrito y deberías escribir también”… Me envía continuos mensajes contradictorios de miedo, preocupación y muchos “deberías”.
Entonces me pregunto… ¿Cómo puede ser que esté en uno de mis momentos ideales y no lo esté disfrutando? Me di cuenta de que lo que yo estaba idealizando no era ese momento sino lo que suponía que me tenía que aportar ese momento. Yo quería sentir plenitud y satisfacción por estar atendiendo uno de mis valores, y tener una sensación de paz y tranquilidad.
La conclusión a la que he llegado en mi experiencia es que idealizamos aquello que no tenemos pero no es en sí el momento o el objeto lo que idealizamos, sino las sensaciones que queremos sentir, idealizamos lo que queremos que el momento nos aporte.
Buscamos nuevas experiencias que nos hagan sentir bien, sin darnos cuenta de que si no estás en paz esa experiencia tampoco nos va a traer paz. O en mi caso, me permito una experiencia que me llena, pero no la disfruto por mis pensamientos de ataque.
Así que parte de mi cambio que estoy trabajando es disfrutar de las cosas que hago sin sentir culpa, estando en el momento presente. Poder coger un libro y simplemente leer o estudiar con mi mente en silencio, sin juicios, sin “deberías”, sin agobio.
Y ¿cómo lo estoy haciendo?:
-
Escuchándome y conociéndome un poquito más. En lugar de resistirme a mis pensamientos y mis exigencias, escucharlas y ponerle una dosis de paciencia y comprensión.
-
Elegir de forma consciente. Antes de hacer la actividad que vaya a realizar, reflexionar si es eso lo que quiero hacer. De esa forma, una vez elijo, si vienen pensamientos de ataque, puedo reafirmarme en mi elección de lo que quiero en ese momento.
-
Practicar meditación. La meditación me ayuda a estar conectada conmigo y me ayuda a detectar de forma más fácil los pensamientos de ataque, de los que muchas veces no llegamos a ser conscientes.
Así que te invito a que reflexiones sobre tus momentos ideales, sobre esas cosas que te gustaría tener, sobre eso que anhelas y que vayas un poco más allá y que te preguntes, ¿qué estoy idealizando? ¿Qué es lo que quiero que me aporte? ¿Cuál ha sido la experiencia cuando me lo he permitido?
Querida lectora, querido lector, ¿Cómo controlas el ruido de tu mente?
María José González Moreno says
Me encantan todos tus post, pero este me ha gustado especialmente…
Yo también opino lo mismo, a veces, nosotros mismos, somos nuestro peor enemigo, es tan difícil controlar la mente…, pero gracias por tus consejos.
Muchos besitos Ade, sigue escribiendo!!!
Adelaida Aliaga says
Gracias María José por tus palabras.
Y a veces parece que sea nuestro peor enemigo, aunque en realidad creo que es nuestro mayor defensor y protector (aunque se pase en el intento). Es conocernos y entrenarnos para poner el límite a nuestros pensamientos. Y mi consejo es que hagas tuya la forma de controlar tu mente, ¿qué es lo que a ti te sirve?
Un abrazo,
Ade.