El ego es parte de lo que somos, es la piel que llevamos puesta, es parte de la cara que mostramos al mundo y nos acompaña siempre en nuestro caminar por la vida.
El ego es el que inicialmente recibe los estímulos del exterior y genera una respuesta. Es nuestra capa más externa protegiéndonos contra el frío, el viento, la lluvia y el sol. El ego se alimenta de las creencias limitantes que tenemos y que se han ido forjando en nosotros por las diferentes experiencias que hemos tenido y también por la influencia de las creencias de nuestras familias.
El ego está siempre con nosotros, aparece con sus miedos y no deja que llegue a nuestro corazón ni el viento, ni el frío, ni la lluvia ni el sol. Pero el ego no es bueno ni malo, él realiza su función. ¿Y qué podemos hacer entonces? Conocernos, ese es nuestro camino.
Conocernos y reconocer qué creencias tenemos. Aprovechar cada oportunidad que se nos pone delante para ver de qué me estoy protegiendo, o que es lo que no me estoy permitiendo y qué creencias puede haber detrás.
Y esto no es coger un día y sentarse y decir, hoy voy a conocerme y sacar de ahí todas mis creencias limitantes.
Es más bien vivir y estar con la vida.
Sí, vivir y dejarnos atacar el corazón. Sentarnos, derrumbarnos y preguntarle a nuestro corazón qué le duele, qué le pasa, que siente. Y con esa escucha nos vendrá alguna respuesta y habremos hecho un aprendizaje más sobre nosotros.
Y entonces puedes decidir qué hacer con eso. Si te lo quieres guardar o lo quieres soltar. Y luego continuará nuestra vida y nos volverá a pasar otra cosa y volveremos a ver qué nos ha pasado esta vez, y seguiremos aprendiendo.
La idea no es luchar contra el ego ni tampoco dejarle en libertad, es saber que está ahí y utilizar las oportunidades que tenemos para conocer un poco más de nuestro interior.
Y cuando vas tomando conciencia de las creencias limitantes que tu ego tiene que proteger, de alguna forma vas iluminando tu corazón. Le vas dando salida a aquello que se quedó retenido en tu interior y vas reconociendo el amor que hay en ti, vas liberándote cada vez más.
Y puedes en ese momento dar un paso adelante. Puedes tomar las riendas y decirle al ego que por favor te deje pasar, que sabes que está actuando para protegerte, pero necesitas abrirte camino. Es más sencillo de lo que parece. Prueba a decirle estas palabras: “Gracias por estar ahí protegiéndome pero ahora yo sé lo que necesito”.
El miedo, la duda y la incertidumbre aparecen en nuestro camino. Pero tenemos que ponernos delante de ellos y dar un paso adelante. ¿Y qué pasará? Pues que habrá miedos que los trascenderás y otros que seguirán acompañándote durante más tiempo, y que se atenuarán de manera más lenta.
Y te invito desde aquí querida lectora, querido lector, a que empieces a utilizar el camino para conocer más de ti. ¿Estás dispuesto? ¿Qué mensaje le quieras dar tú a tu ego?
Ana Gisbert says
Ade, te leo y siento ternura y agradecimiento hacia mi ego, esa piel que me ha protegido durante tanto tiempo. Sí, esto no es ninguna lucha… sigamos disfrutando del viaje al corazón! 🙂
Adelaida Aliaga says
Gracias Ana por compartir tu sentir. Sigamos caminando.
Rocio Becerra says
Y cuando vas tomando conciencia de las creencias limitantes que tu ego tiene que proteger, de alguna forma vas iluminando tu corazón.
PD: El mejor aprendizaje que todos podemos tener.
Gracias 🙂
Adelaida Aliaga says
Gracias a ti Rocío. Me alegra que te pueda resonar, eso es que estás en el camino hacia tu corazón.
Besos,
Ade.